Una chica terrestre

No, esta entrada no sale porque he vuelto a ver Doomsday por enésima vez. No, esta entrada no sale porque estoy escuchando a Mumford & Sons.

No, en absoluto.

Había tanta belleza en su rostro. Tanta luz, tanta inocencia, tanta valentía. Se preguntó si los pintores pintaban rostros como aquellos, aunque ya conocía la respuesta. Ella le devolvió la mirada, una mirada radiante, tan luminosa como un centenar de supernovas ardientes, y esbozó una sonrisa. La clase de sonrisa que detendría un ejército.

Ahí estaba ella, la chica que se llevó sus pesadillas, la chica que brillaba como un amanecer, la chica que era de porcelana y de piedra. La chica que no dejó que la oscuridad le impidiese ver las estrellas. La chica que le curó las cicatrices, una a una. La chica que aligeró la carga de todos los mundos que reposaban sobre sus hombros.

-¿Hacia dónde? –preguntó ella.

Tenía los brazos en jarra y una expresión entre divertida y expectante.

-Nunca fuimos a Barcelona. No de verdad. Cosa que no debería ser así.

-¿A qué estamos esperando, entonces?

Dejó escapar una risa y se perdieron entre el tiempo y el espacio, entre la niebla y la lluvia, entre las galaxias y las supernovas, entre el fuego y el hielo. El último de los Señores del Tiempo y una insignificante chica de la Tierra capaz de detener guerras, luchar sin miedo y aplacar la ira de los monstruos más peligrosos.

Su nombre era el de la heroína más grande que el mundo jamás conoció.

No, esto no es un fic de Rose X Doctor. Para nada.