Quiero que me lo cuentes todo. Quiero que nos acostemos en la cama y nos susurremos cuentos de hadas como cuando éramos niños. Quiero que me cuentes cuál es tu estación favorita del año y cómo te sientes cuando te tumbas en la nieve o cuando pateas montones de hojas muertas. Quiero que me digas lo que sientes cuando te despiertas y te das cuenta de que el verano ya ha llegado. Quiero que me cuentes todos los libros que has leído y quiero que me digas cuáles son los que guardas debajo de la cama como un tesoro perdido. Quiero que me hables de la persona que más amas y quiero ver la expresión de tu boca cuando dices su nombre. Quiero ver cómo sonríes cuando me hablas de ella. ¿Te has reído alguna vez tanto que sentías que se te agitaban las entrañas? Dime lo feliz que fuiste. Recítame las cosas que te ponen triste, recítamelas despacio porque la tristeza es un sentimiento infravalorado. ¿Qué te hace sonreír por las mañanas, es el sol o la lluvia o tener a alguien a tu lado a quien has amado tanto y durante tanto tiempo? Cuéntame tus sueños, los escondidos y avergonzados, aquellos que no te has atrevido nunca a pronunciar. Ahora dime de qué tienes miedo, ¿es la oscuridad o las cosas que habitan en ella? Enséñame todas tus cicatrices. No preguntaré a menos que tú quieras. Quiero saber todos tus secretos.
Quiero saber todas las cosas que has vivido y todas las que te quedan por vivir. Quiero saber si tu corazón late en el de otras personas.
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